Las Ruinas son como ese amigo mordaz y socarrón que no puede faltar en una buena marcha nocturna; el amigo que suele tener las mejores ideas, las que hacen que una noche potencialmente rutinaria pase a generar momentos épicos y de recuerdo imborrable; el amigo que te hace reír con sus originales ocurrencias, pero que también será el primero en dedicar su atención y consejos a alguien de la pandilla que esté tristón por algún desencuentro amoroso.
Por eso son un grupo tan especial para tantos que van entrando en su personal código, disco a disco. Siesta mayor, es ya el sexto, siguiendo el implacable ritmo autoimpuesto de disco por año. El método, tan sencillo como difícil de cumplir para cualquiera sin las cuotas de entusiasmo e inspiración de la formación barcelonesa, es el de reunirse durante un par de días bajo las órdenes del productor Margione, e ir registrando las que ellos consideran sus mejores canciones surgidas durante el último año. Dicen que cuando lleguen a diez discos (dentro de nada, a este ritmo) se separarán; aunque, si se admiten apuestas al respecto, a mí me suena más a “millenium bug” o a profecía maya que a nada mínimamente fiable. (…)
Sergio Miro en Indienauta