Stivijoes debuta con El Único Ser Sin Talento, un álbum de autenticidad radical que desmonta cualquier idea clásica de virtuosismo. En lugar de exhibir destrezas, Raúl Rodríguez apuesta por algo mucho más difícil: convertir la vida —la real, la frágil, la jodida— en relato.
El disco se mueve entre el rap confesional, el folk desnudo, el pop emocional y momentos cercanos al gospel o la música latinoamericana. Canciones como “No he nacido rico”, “Bicho raro”, “Gran cru” o “Burdeos” funcionan como un inventario vital donde aparecen el duelo, la precariedad, el barrio, la salud mental, la clase social y la necesidad de ser amado y visto.
Sin ínfulas, sin ego, sin maquillaje: Stivijoes firma uno de los debuts más impactantes del año, un espejo roto en el que cualquiera puede reconocerse. Un disco que conecta porque no pretende impresionar, sino acompañar.
