KING GIZZARD & THE LIZARD WIZARD ANUNCIAN SU NUEVO DISCO OMNIUM GATHERUM. King Gizzard & The Lizard Wizard han anunciado el lanzamiento de su primer disco doble Omnium Gatherum, que llegará muy pronto a través de su sello KGLW. Tras publicar KG en 2020 y LW y Butterfly 3000 en 2021, King Gizzard por fin pudieron juntarse para grabar Omnium Gatherum, al levantarse las estrictas medidas impuestas por las autoridades de Melbourne para frenar la pandemia de la COVID.
En las 16 pistas de Omnium Gatherum suenan improvisadas marcianadas guitarriles al más puro estilo prog, pildorazos pop, descontroladas odiseas hip-hop y fragmentos de desenfreno thrash-metal que causarán sensación entre fans de King Gizzard y asombrarán a cualquiera que los acabe de descubrir. Los discos de King Gizzard suelen centrarse en un tema o un estilo, por ejemplo Infest The Rat’s Nest utilizaba el sonido metal para hablar del medioambiente, Butterfly 3000 los encaminaba hacia el trance-pop new age y Nonagon Infinity se metía en un bucle infinito de sonidos garaje y prog, sin embargo la gracia de Omnium Gatherum es que el grupo ha decidido darle una oportunidad a todas sus ideas, sin limitar el álbum a un solo tema en concreto.
Es el disco perfecto para iniciarse en el grupo y un caramelo para sus fans más fieles. El single de presentación «The Dripping Tap» son 18 minutos de locura krautrock/garage-psych: un cóctel explosivo de ritmos motorik, pop vertiginoso y crescendos gonzo. Son King Gizzard en su máxima expresión, con sus característicos riffs entrelazados y atmósferas sobrenaturales, pero a su vez consiguen llevar el arquetipo Lizard Wizard a una nueva dimensión. Según Mackenzie, el título del álbum «significa en latín “una colección dispar de personas o cosas”» y le va como anillo al dedo al primer disco doble del grupo, su disco más ambicioso hasta la fecha. En un principio, Omnium Gatherum iba a ser una colección de temas inéditos que no habían tenido cabida en los discos anteriores de King Gizzard, pero la cosa se les fue de las manos y el grupo se encontró componiendo y grabando nuevas canciones para un álbum que iba expandiéndose sobre la marcha. Los temas se grabaron principalmente en Gizz HQ, aunque otras se grabaron en su mítico local en 253 Lygon Street (ahora vacío) e incluso desde casa. Si bien en las canciones van tocando temas diversos, la conciencia ecológica del grupo sigue siendo protagonista. Algunos temas parecen guiños a las visiones synth-psych de Butterfly 3000, otros celebran la descarga thrash-metal de Infest The Rat’s Nest (2019), mientras que otros suenan de forma totalmente inesperada, con ritmos prog alocados, épicos guitarrazos rock y acordes folk. En palabras de Stu Mackenzie: «Esta sesión de grabación ha sido muy significativa.
En primer lugar porque ha sido la primera vez que los seis miembros del grupo podíamos juntarnos después de un confinamiento muy largo. En segundo lugar porque el resultado supera en duración a cualquiera de nuestras anteriores grabaciones. En tercer lugar porque (creo) que va a cambiar la forma en la que componemos y grabamos música, al menos durante un tiempo. Marca un punto de inflexión. Un antes y un después. Creo que en el futuro nos va a dar por improvisar, creo que vamos a pasar una época en la que hacemos más “jams” en el estudio. Y eso mola». El producto final parece un disco de grandes éxitos por la variedad y calidad de las canciones, pero todos son temas nuevos. Es el sonido de un grupo en su apogeo, aupado por la confianza que da probar suerte con algo nuevo y clavarlo. El sonido de un grupo con ganas de volver a la carretera tras dos años de sequía. Después de dar un par de conciertos en Australia entre los periodos de confinamiento, King Gizzard están de nuevo listos para la acción. Están ansiosos no, lo siguiente.
